Fue una línea fundamental que vertebraba los territorios de nuestra Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Junto con las también cerradas (como Cieza, Jumilla, Yecla, Torre Pacheco a Santiago de La Ribera, Lorca y Baza), en unión de las actuales en servicio, Alicante – Murcia; Murcia – Albacete; y también las que conectan la capital murciana con Lorca, Águilas y Cartagena, constituían una pequeña red de ferrocarriles en nuestra Región. Con los cierres reseñados se fue mutilando poco a poco esta modesta red, debido a que actualmente la densidad de tráfico ferroviario ha descendido tanto, que apenas alcanzamos los 2 kilómetros por cada 100 kilómetros cuadrados.

La línea de Murcia Zaraiche a Caravaca fue cerrada con excesiva premura y facilidad, sin embargo su gestación fue larga y difícil. Su construcción es digna de elogio ya que, debido a lo accidentado del terreno y su diferente composición a lo largo de su recorrido, tuvo que salvar numerosos accidentes geográficos, lomas, ríos, ramblas y barrancos por ello se tuvieron que construir muros de contención, puentes, túneles, alcantarillas y viaductos, que son por tanto verdaderas obras arquitectónicas y de ingenería.

Los proyectos de la que, al final sería la línea definitiva fueron muy diferenciados en función de los intereses del momento, por ello se construían tramos y secciones. De ello da una idea al ubicarnos en el tiempo, se empezaron en el Reinado de Alfonso XIII (1092-1931), se continuaron en la Dictadura del General Primo de Rivera (1923-1929) y se inauguró una vez instaurada en la II República (1931-1936).